“México, haz de espigas, plata labrada.
México y mazorca.
México moreno, de feria, de calaveras, de dulce, manso, callado, bravío,
incongruente, griten, alegre el México de las ruinas milenarias de las iglesias
de oro y sombra de los jardines, de bugambilias y flores tropicales.
Este México de ayer y hoy de hermosos bailables y canciones que nacen de
las ruinas erigidas entre las negras trenzas de las indias, gritos, llantos,
silencios, cantos”
Expresión pura de nuestras raíces que se convierten en realidad a través
del sentimiento de una gran señora:
Amalia Hernández
Amalia Hernández fundó el
Ballet Folklórico de México en 1952, bailarina , coreógrafa y maestra de
la Academia Mexicana de Danza, comenzó desde muy joven una búsqueda permanente
por rescatar las tradiciones dancísticas de México. Esta búsqueda se convirtió
en una necesidad vital por proyectar a México y a todo el mundo, la belleza en
movimiento; desde las culturas pre-colombinas, las influencias españolas en la
época del virreinato, hasta la fuerza popular de los tiempos revolucionarios,
que le valieron el reconocimiento del público, como representante cultural de
México.
Todo sucedió, en el
Palacio de Bellas Artes
A ritmo de tambores,
borramos el presente e iniciamos un viaje a través del pasado y nos remontamos
a diferentes culturas que florecieron tiempo atrás, dejando su huella en el
color, en el ritmo, en la danza y en la música, formando una riqueza cultural
que hacen posible que amemos y conservemos nuestras raíces como el más grande
orgullo nacional.
Toda esa magia y colorido
nos recuerdan la riqueza musical, coreográfica y artística de las diferentes
regiones de México.
Como en un sueño, hubo derroche de belleza, de talento, de
experiencia y perfección… y los trajes! Los más hermosos que mis ojos hayan
contemplado!
La música, danza y
vestuario del Folklore de México, unido al talento de sus artistas, ha logrado
el éxito nacional e internacional, ha trascendido fronteras. Solo es posible
entender la alegría, la gracia y la belleza de todo un pueblo,
escuchándolo y viéndolo bailar, porque el hombre y la mujer expresan
vitalidad y fuerza en la manera de bailar y portan el vestuario con mucho
orgullo y elegancia. El hombre seduce y conquista a la mujer con su baile y
viceversa, llenos de gracia, agilidad y destreza.
Todo este mosaico de
colores y la maestría de su ejecución, constituye uno de los mejores
ejemplos universales del arte en movimiento y hace que nos sintamos muy
orgullosos de nuestras raíces, de nuestros antepasados, de nuestro folklore y
de lo grandioso que es nuestro país!

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