miércoles, 25 de julio de 2012

En la penumbra


Amaneció lloviendo… toda la noche escuché la lluvia caer en el tejado, por momentos creí que el río empezaba a crecer, porque olía a lodo, a tierra mojada, se oía mucho ruido y los perros no dejaban de ladrar. Los gallos tenían una bulla de locos, cantaban los de la casa de mi papá, los de Lucina y los de Marianita, parecía competencia, a ver quien cantaba más fuerte.

Pasaban  de las cinco de la mañana, faltaba poco para que amaneciera. Me bañé rápido, el agua fría acabó de despertarme. Tenía que ir a Tehuacán a comprar un medicamento.
Un poco antes de  las seis, salí de la casa, la mañana estaba fresca, caía una llovizna muy fina y todavía estaba obscuro, había un poco de neblina y bajé corriendo hasta llegar al río.

El río… en mi paso por el río, me veo obligada a hacer un alto para contarles lo que significó en mi vida.  Me quedé parada en el centro y una profunda soledad  invadió mi cuerpo; cerré los ojos y antes de que se fueran los recuerdos, las imágenes vinieron a mi mente… ese río maravilloso, con el agua cristalina, fresca y abundante,  en donde pasaba horas y horas nadando cuando era niña. Nadaba de muertito, de perrito, hacía bucitos, me echaba clavados y  hasta que las palmas de mis manos y la planta de mis pies estaban bien arrugadas, me iba para la casa. ¡Qué tiempos aquellos!
Claro que también nos dio grandes sustos. En la época de lluvia, crecía tanto que dejábamos de ir a la escuela hasta por quince días, no había manera de cruzarlo, tenía una fuerza endemoniada; arrastraba árboles, animales, grandes piedras e incluso se llevó a un Sr. que la vio fácil y quiso pasar. Lo arrastró, lo encontraron ya muerto, muchos metros abajo, pensó que podía perderle el respeto y le costó la vida.

No puedo evitar este sentimiento de vacío, volteo a mi alrededor y solo veo piedras secas, arbustos, matorrales. Bueno, todavía quedan algunos árboles de los que antes fueron enormes árboles con tupido follaje: había amates y palos de agua con sus racimos de flores amarillas como campanitas, mucho carrizo y malangares. ¡Todo se daba en abundancia!  Esta es la consecuencia de la deforestación,
Hoy... solo quedan breñales y el recuerdo de tiempos mejores. Sacudí la cabeza,  un largo suspiro salió de mí con la promesa de hacerle justicia a “mi río” y quizá en otro momento, saque desde lo más profundo de mi ser, tantos sentimientos guardados y apilados a lo largo del tiempo… Dios dirá.

Seguí caminando, aquí ya empieza el camino pavimentado, y los postes con lámparas a distancia, la subida es pesada. Al llegar a un entronque, un punto en donde se juntan tres callecitas,  algo muy extraño llamó mi atención. Veo a la derecha y de esa calle salió una niña como de 8 años, vestida con ropa muy distinta de la que se usa en la región, traía  un uniforme gris, de manga larga y arrugado que le daba a media pierna, con mallas y zapatos de botita corta, un morral  pequeño cruzado en el pecho y peinada con dos trenzas tiesas que se enroscaban hacia arriba.

Aquí hace calor, con temperaturas habituales de más de 32 grados C.  se usa ropa ligera, sandalias y los niños traen manga corta en sus uniformes. Además, era una hora inapropiada para una niña tan pequeña y sola… Se detuvo un instante y volteó a verme, caminé detrás de ella a corta distancia. En la casa de Don Alfonso se paró otra vez y volteó la cabeza para mirarme, pero lo hacía de una manera lenta, como en otra dimensión. Seguimos subiendo, ya casi para llegar al centro del pueblo justo en el puentecito que cubre el canal, a un  lado de la tienda de Rosita, otra vez se paró y volteó la cabeza para verme… y ahí, como a diez metros de distancia y yo con los ojos muy abiertos, la perdí, ¡Sí, desapareció! ¡No lo podía creer! ¿Qué sucedió?  ¡ A donde se fue?

Como diez minutos caminé detrás de ella, la fui observando y cuando se detuvo, lo hizo en el poste, bajo la luz de la lámpara, pero... qué raro, ¡Nunca le vi la cara! puedo describir su ropa, la edad, su estatura, pero no su cara! Un escalofrío me recorrió la espalda, se me secó la garganta y sentí palpitaciones en la sien. ¡Qué pasó aquí, quién era esa niña! ¡Qué quería! Por momentos sentí como que me guiaba, quería que la siguiera, ¡Por qué desapareció! …. no era de esta época, ni del rumbo, no puedo pensar con coherencia, tampoco puedo desafiar la lógica abiertamente; no fue una visión porque la seguí en toda la subida.

Ya estaba aclarando y solo había dos personas: Un señor que estaba barriendo y otro muy apurado montando su puesto para vender carne. En donde se metió; la tienda de Rosita está cerrada desde hace tiempo, está el cerco de la Iglesia, dos casas grandes deshabitadas, la tienda de la CONASUPO y el Municipio. Me acerqué y le pregunté al Sr. del puesto si había visto a la niña que estaba parada en el puentecito y me dijo que no, que no había nadie  “Todavía no hay pasaje señito y es muy temprano para los chamacos de la escuela, los taxis ya mero vienen”

Al poco rato  empezaron a llegar los muchachos que van a la Prepa a otro pueblo, ellos entran a las siete, tomamos el taxi (colectivo) les pregunté a qué escuela correspondía el uniforme que traía la niña, les comenté brevemente lo que había visto y se rieron de mí; en ninguna escuela del rumbo llevan ese uniforme, me sentí peor.

Todavía al recordarla, siento escalofrío y algo horrible me llega al estómago y quiero vomitar, ya no busco explicación -no la hay- simplemente ocurrió;  tal vez se conjuntaron recuerdos y emociones y eso me hizo más perceptiva, pero no lo imaginé… de eso estoy completamente segura.

Siento temor, porque todo es muy subjetivo y me siento muy vulnerable, tengo miedo de que a la larga, este encuentro pueda tener alguna consecuencia.  Me han sucedido algunas cosas extrañas a lo largo de mi vida:  presencias fugaces, cosas que se mueven,  he tenido sueños premonitorios, pero nunca había vivido algo semejante, puede tratarse de un ser "errante" , se enlazaron universos paralelos, o quizá ...  me topé con  un "fantasma"?

Si alguien ha vivido una experiencia similar, compártala, sus comentarios siempre serán bien recibidos.

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